domingo, febrero 18, 2007

Cosas robadas del Dia Siete ( Para los ke no Lo vieron en la Revista, pos aki Les va el mero Pirateo)

si, kuando mire este texto simplemente me gusto, es muy curada, muy cierto, y muy surrealista...
DÍA SIETE (339)
André Breton, el Padre del Surrealismo, vino a México
en 1938 para dar conferencias sobre ese movimiento
artístico y literario, pero pronto comprendió que
no tenía nada que enseñar en el país más surrealista del
mundo. Entre otras cosas, se fascinó con las pirámides y
con la mitología azteca, pero sobre todo alucinó con los
frijoles saltarines y con un carpintero al que le encargó
una mesa no sin antes hacerle un croquis del mueble. El
dibujo, por supuesto, representaba en perspectiva las
líneas de los contornos del mueble. El carpintero mexicano
hizo una copia tan estrictamente fiel del boceto
que, al final, las dos patas de delante eran más largas
que las de atrás, la mesa cojeaba, el tablero inclinado
hacía que todo rodara hasta caer al suelo y las gavetas
salían por arriba en vez de por los lados. Breton quedó
tan deslumbrado que consideró el mueble como un trofeo
dadaísta, un fetiche surrealista.
Quizá los mexicanos no se den cuenta de estos y
otros detalles, tal vez no les otorguen mucha importancia,
por estar inmersos en su realidad desde que
nacieron. Pero cualquier extranjero –como yo– inmediatamente
descubre aquí peculiaridades surrealistas
a manos llenas, por doquier, y a todas horas.
Si subo a un autobús, lo primero con lo que golpea
mi cabeza es con un par de zapaticos de niño colgando
del tubo donde se agarran los pasajeros. Lo de los zapatos
ahorcados se repite en el tendido eléctrico de la ciudad.
¿La costumbre de lanzar los zapatos viejos a los
cables de electricidad tendrá algo que ver con los linchamientos
en tiempos de la revolución? En aquel entonces
se ahorcaba a los enemigos en los postes de telégrafo,
como nos lo cuenta Nellie Campobello en Cartucho.
En el pesero todo es surrealismo. El chofer maneja
con su mujer al lado, y ella con el bebé en brazos, los tres
apretujados en la cabina, en la que hay una percha con la
ropa del conductor. Es como si la cabina del camión fuera
la prolongación de su hogar, sin contar la música a todo
volumen que lo convierte en una discoteca rodante.
Las decoraciones de las cabinas incluyen vírgenes,
cristos proyectados como supermanes, con flores, atributos
de colores negros, o bien calcomanías de mujeres
despampanantes y semidesnudas, o en tangas, y letreros
que dicen: “¡Te amo por perra!”. O bien este otro: “Murmuren
víboras”, rotulado en la parte trasera del vehículo.
Otro rasgo típico del surrealismo mexicano es la
obsesión con el color verde: chorizos verdes, lomas verdes,
indios verdes, tortillas verdes, tamales verdes… Ese
desenfado cromático se extiende a las casas, pintadas
de azul añil, de rojo mamey, o de almagre. En ningún
país del mundo hay tanta audacia a la hora de elegir
colores para pintar las casas.
La muchacha de la gasolinera me extiende una factura
a nombre de Fernando de Magallanes. Le advierto
que esa es la calle donde vivo y no mi nombre. Pero ella
insiste en decirme que soy Magallanes. Ya me hubiera
gustado ser ese navegante portugués... le digo sonriendo.
Veo, aquí y allá, un cartel que se multiplica con la
imagen de la Guadalupe: “La virgen es limpia y pura,
aprendamos de ella...”. El letrero es un llamado a respetar
la limpieza de las calles.
El surrealismo está a la orden del día: en los carritos
silbantes de los camoteros, en los luchadores
enmascarados, en las calaveritas de azúcar y en ese onírico
bestiario del arte popular que son los alebrijes...
Letreros en Yucatán que anuncian: “Se vende hielo frío”.
Otros escritos a mano que proclaman: “Se pintan casas
a domicilio”. En los tianguis pueden verse tentadores
maniquíes femeninos que no tienen nada que envidiarle
a los muñecos de sastrería de Giorgio de Chirico.
No hace mucho, en Insurgentes Sur y Tlalpan, había un
poste de luz en medio de una calle. Hicieron la calle sin
quitar ese poste que no deja pasar los vehículos.
La esencia del surrealismo es la espontaneidad, la
libertad, el retorno a la infancia, la infinita capacidad de
jugar. ¡Ojalá que México nunca pierda esas virtudes que
lo convierten en un país único, con personalidad! •

hasta atrás
Surrealismo en México
TEXTO: MANUEL PEREIRA
MANUEL PEREIRA
La Habana, Cuba, 1948. Escritor y periodista, autor de la
novela Insolación, publicada por Diana.

5 comentarios:

Orizschna dijo...

Muy chingon el texto.
Saluditos

Fernando Hurtado dijo...

jajja te van a demandar por plagio jajaj

Susanska dijo...

ooooh, si... yo ya lo lei, me parecio interesante...
muy interesante...interesantisimo... :D



cheno cheeen tu ru ruuu♪

grillermo dijo...

Al respecto, algo mas de surrealismo mexicano.
Checate este blog de puros letreros como ese de las nieves frias.
http://www.blogderground.blogspot.com/
-------------------------
Pero si perdemos ese surrealismo quizas nos volvamos logicos racionalistas, como los alemanes! a lo mejor asi salimos del agujero económico.

Juan Carlos Pacheco dijo...

wey me vale verga tu post, no lo pude leer despues de haber visto tu foto de Malcolm Grey jajajaja rifaaaaa no mameees... prometo que lo leeré jejeje
Qué haremos en tu cumple wey, unas caguas de perdis..